La muerte de David Coco Blaustein fue prematura. Hoy no se muere a los 68 años, eso dicen, aunque un análisis sobre las condiciones de la vida moderna puede desmentir velozmente el bienestar asociado al saber médico y otros avances de la ciencia que han cambiado nuestra calidad de vida. Lo que nos queda claro es que los accidentes cerebrovasculares son impredecibles y en ocasiones impiadosos. Se llevan a personas valiosas sin aviso.

Blaustein no acopió demasiados títulos en su haber, pero sí hizo algunas películas que fueron claves en el período de su realización. Cazadores de utopías es un ejemplo sustantivo al respecto, lo mismo se podría decir de Se va a acabar, películas que fueron a contramano de su época.

La política en un sentido fuerte del término fue el campo elegido por Blaustein para filmar; lo hizo con la voluntad de echar luz sobre temas que suelen incomodar y en cada oportunidad no disimuló ni mucho menos escondió el punto de vista que asumía. Fue honesto al transmitir sus convicciones y buscó una forma cinematográfica para hacerlo.

Elegimos recordarlo con dos películas suyas, la primera y la última, que glosan una trayectoria. (Roger Koza)