En un diario de sueños encuentro notas para hacer una película, pero no hay nada concreto sobre el sueño que las originó. Solo una mezcla de fascinación y preocupación. En esa contradicción, me convierto en testigo de lo inesperado: arañas que sueñan con músicas invisibles, pájaros con pesadillas recurrentes, un loro que canta canciones sobre animales, un mono que responde aullando a los rugidos de los motores. En la superposición de especies y espacios resuena una pregunta: ¿qué vínculo secreto une sueños, animales y lenguaje?